Recientemente hemos leído la noticia de que la Asociación de Consumidores Facua ha presentado una denuncia por una campaña de Ryanair en la que la compañía se publicita como «la aerolínea más ecológica de Europa». En 2019 ya tuvo que retirar una campaña similar en el Reino Unido por considerar que difundían un mensaje falso sobre sus emisiones de C02.
Entendemos por publicidad engañosa aquella que, de cualquier forma, puede inducir a error a sus destinatarios y / o afectar a su comportamiento económico. El objetivo es generar confusión en el público y alterar su comportamiento como consumidor. Se trata de que éste se forme una idea del bien o servicio que no se corresponde con la realidad.
La normativa encargada de regular la publicidad es la Ley 34/1988, de 11 de noviembre, General de Publicidad (LGP) junto con la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios (LGDCU). El artículo 3 de la LGP define aquellos supuestos en los que la publicidad se considera ilícita, entre los que incluye en su apartado 1 e): «La publicidad engañosa, la publicidad desleal y la publicidad agresiva, que tendrán el carácter de actos de competencia desleal en los términos previstos en la Ley de competencia desleal (LCD). «Y en este sentido, la LCD dice en su artículo 5 que » se considera desleal por engañosa cualquier conducta que contenga información falsa o información que, a pesar de ser veraz, por su contenido o presentación induzca o pueda inducir a error a los destinatarios, siendo susceptible de alterar su comportamiento económico «, siempre atienden a la naturaleza y características del bien o servicio.
Una portavoz de Ryanair defiende que «la media de emisiones de la empresa es de 66 gramos por pasajero y kilómetro, lo que supone un porcentaje significativamente menor al de las otras grandes aerolíneas europeas».
Sin otro ánimo que abrir una reflexión sobre la cuestión, parece que la empresa ha cogido un dato (que damos por cierto) sobre sus emisiones y a partir de ahí ha creado un eslogan con una clara intencionalidad de transmitir al consumidor la percepción de que tiene unos valores importantes en el momento actual como son los ecológicos. Y quizás la publicidad no se sostiene por si sola si se fundamenta en el dato de las emisiones por pasajero y kilómetro porque, como es evidente, hay muchos otros parámetros para determinar la ecología de una empresa.