El reciente foco mediático sobre el incumplimiento empresarial en materia de desconexión digital pone el acento en la necesidad urgente de que las compañías pasen de las buenas intenciones a la acción rigurosa. Al igual que con la protección de datos biométricos, el principio de “cumplir y poder demostrarlo” marca la diferencia entre un riesgo reputacional y una empresa alineada con el nuevo estándar de bienestar digital.
Hechos
Tras la entrada en vigor de la Ley Orgánica 3/2018 y la Ley 10/2021, todas las empresas tienen la obligación de contar con un protocolo de desconexión digital negociado y eficaz, no solo formal. Sin embargo, la Inspección de Trabajo ha detectado que en muchos casos este protocolo es simbólico, carece de medidas reales y no contempla la debida información y formación a los empleados.
El incremento de controles en 2025 ha hecho aflorar prácticas como el envío frecuente de comunicaciones fuera de jornada, especialmente en el teletrabajo, y la ausencia de vías claras para ejercer este derecho sin sufrir represalias. El 27% de los empleados españoles declara trabajar extras digitales sin contraprestación ni justificación.
Protocolos efectivos: del papel a la práctica
Tener un protocolo no es suficiente: debe adaptarse a la realidad interna, abarcar la flexibilidad horaria, prever situaciones urgentes, y formar a managers y equipos sobre el derecho a desconectar. La experiencia europea lo confirma: la desconexión se integra en la cultura corporativa y en la toma de decisiones del liderazgo, no como una mera cláusula legal.
El correcto cumplimiento requiere puntos como:
- Políticas claras y negociadas sobre el uso de dispositivos y canales fuera de horario.
- Mecanismos para informar y canalizar incidentes.
- Formación y comunicación continua, revisando y actualizando los protocolos periódicamente.
- Implantación efectiva, no meramente formal.
Sanciones y riesgo reputacional
Las sanciones por incumplimiento han aumentado: de 751 a 7.500 € para infracciones graves, y hasta 225.018 € si existe riesgo psicosocial probado o acoso laboral. Incluso aquellas empresas con protocolos solo “de cara a la galería” han sido sancionadas si no aplicaron, formaron ni comunicaron correctamente sus políticas. La jurisprudencia reciente avala indemnizaciones por daños derivados del estrés digital, y pronuncia nulas las sanciones o despidos a empleados que ejercieron su derecho a la desconexión.
Mirada práctica y europea
A nivel europeo, la futura Directiva de desconexión digital y los informes de la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo colocando el derecho a desconectar como eje central del bienestar y la prevención psicosocial. Las buenas prácticas recomiendan caminar hacia una implantación transversal, real y medible, con auditorías internas y visión de mejora constante.
Conclusión
Cumplir formalmente ya no basta: la desconexión digital exige cultura, implicación de todos los departamentos y liderazgo activo. El coste de ignorarla puede superar con mucho el de cualquier sanción administrativa y, por supuesto, una caída reputacional.
Como siempre, cuidad los datos y ¡cuidaos!