La sentencia del Tribunal Supremo nº136/2025 resuelve un recurso de casación presentado por GAMBOA AUTOMOCIÓN S.A., condenado como responsable civil subsidiario por una estafa informática sufrida por la empresa CYASA (Comercio y Asistencia S.A.).
La estafa se produjo en abril de 2018 cuando terceros suplantaron el correo de un empleado de Gamboa para inducir a CYASA a realizar una transferencia por más de 32.000 euros a una cuenta fraudulenta. El Tribunal confirma la responsabilidad subsidiaria de Gamboa por omitir medidas de prevención tras una brecha de seguridad detectada el día anterior a los hechos.
La cuestión clave que analiza el Supremo gira en torno a si los requisitos del artículo 120.3 del Código Penal se cumplen para imponer esa responsabilidad civil. Este artículo exige que: el delito se cometa en un «establecimiento» de la entidad; exista infracción de normas reglamentarias o disposiciones de la autoridad atribuible a sus administradores o empleados; y que dicha infracción esté relacionada causalmente con el delito.
El Tribunal señala que el sistema informático—como medio habitual y necesario—forma parte del entorno funcional del negocio, por lo que, pese a que el delito no ocurrió físicamente en un local, sí ocurrió en un «entorno operativo» de la empresa.
Asimismo, la empresa incurrió en una omisión relevante, pues, a pesar de a haber detectado un incidente similar con otra empresa (Romauto Motion S.A.) la mañana del 10 de abril de 2018, Gamboa no avisó a sus demás socios comerciales ni tomó medidas para prevenir un nuevo ataque.
Por todo lo expuesto, el Tribunal consideró probado que hubo una brecha de seguridad en su sistema informático y que la falta de comunicación e inacción de la empresa fue clave para que el fraude a CYASA se consumara.
Lecciones clave para las empresas
Esta sentencia marca un precedente importante:
- No actuar ante una brecha de seguridad equivale a asumir riesgos legales.
- Las empresas tienen un deber proactivo de protección y de comunicación cuando detectan vulnerabilidades que pueden afectar a terceros.
- No es necesario identificar al empleado culpable para que se imponga responsabilidad civil a la empresa.
- Las medidas preventivas no son opcionales. Son una obligación legal y operativa.
Conclusión
Esta sentencia es una advertencia clara para todas las empresas: si una empresa detecta una incidencia de seguridad y no informa ni actúa con rapidez, puede terminar condenada, aunque no haya participado en el delito.
Hoy más que nunca, la gestión de riesgos digitales es parte esencial del cumplimiento legal y del deber de diligencia empresarial. Y cuando ese deber se incumple, los costes van mucho más allá de lo tecnológico: impactan en la reputación, las finanzas y la responsabilidad jurídica de la empresa.
Como siempre, cuidad los datos y ¡cuidaos!
Para leer la resolución, haga clic aquí.