Ni anonimato ni IA: el RGPD se aplica incluso a las imágenes manipuladas digitalmente

La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) ha vuelto a pronunciarse sobre uno de los fenómenos más alarmantes del entorno digital: la difusión de imágenes falsas de desnudos («deepnudes») creadas mediante inteligencia artificial. Ha impuesto una multa de 2.000 € (reducida finalmente a 1.200 € por reconocimiento y pago voluntario) a un particular por difundir imágenes manipuladas de menores en grupos de mensajería instantánea.


Aunque el sancionado no generó las imágenes, su participación en la difusión fue suficiente para que la Agencia apreciara una infracción del artículo 6.1 del RGPD, al tratarse de un tratamiento de datos personales sin base jurídica legítima.


Lo que dice el RGPD (y por qué importa aquí)


El artículo 6 del RGPD establece que todo tratamiento de datos personales debe fundarse en una base de licitud: consentimiento, obligación legal, interés público, contrato o interés legítimo. Si ninguna de ellas concurre—como en este caso—, el tratamiento es ilícito, incluso si el infractor no obtiene beneficio ni persigue un fin sexual.


La AEPD recuerda que el rostro de una persona es un dato personal (art. 4 RGPD), y que alterarlo o combinarlo con otro cuerpo no elimina esa condición, sino que la agrava: se crea una asociación falsa en un contexto íntimo, con potencial de causar graves daños reputacionales.


Por tanto, reenviar o publicar este tipo de imágenes constituye un tratamiento adicional, que requiere consentimiento y proporcionalidad. La ausencia de ambas bases legitima la sanción.


La IA no borra la responsabilidad


La resolución refuerza una idea clave: el uso de inteligencia artificial no exime de responsabilidad. La tecnología puede automatizar el daño, pero la decisión de compartir sigue siendo humana. Además, cuando los afectados son menores de edad, entra en juego el artículo 84 de la LOPDGDD, que refuerza la protección frente a la difusión de imágenes que puedan vulnerar su dignidad o derechos fundamentales.


Lecciones que deja el caso


  • La IA no anula la ley: las imágenes sintéticas siguen siendo datos personales si permiten identificar a una persona.
  • Compartir también es tratar: reenviar o publicar implica tratamiento y puede acarrear sanción.
  • Los menores cuentan con una protección reforzada, lo que eleva la gravedad de la infracción.
  • El RGPD es plenamente aplicable a la IA generativa: sus principios de licitud, minimización y proporcionalidad siguen siendo la base del cumplimiento.

Conclusiones


La sanción de 1.200 € —tras reducciones por reconocimiento y pago voluntario— resulta, cuanto menos, llamativamente baja si se compara con la gravedad moral y social de difundir imágenes falsas de desnudos de menores.


Aunque el RGPD permite graduar las multas en función de la proporcionalidad, cabe preguntarse si este tipo de conductas no merecerían también respuesta penal, especialmente cuando concurren elementos de humillación, acoso o afectación grave a la dignidad personal.


El caso invita a un debate necesario:


  • ¿Estamos aplicando sanciones realmente disuasorias frente a los nuevos riesgos digitales?
  • ¿Debe el Derecho penal intervenir cuando la inteligencia artificial amplifica el daño a menores?

La AEPD ha puesto el foco en la ilicitud del tratamiento de datos, pero la reflexión jurídica—y ética—va más allá: la tecnología puede replicar rostros, pero no puede replicar el consentimiento… ni reparar el daño emocional causado.


Como siempre, cuidad los datos y ¡cuidaos!


Para leer la resolución, haga clic aquí.

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