Navidades… ¿demasiado inteligentes? Los peligros ocultos de los juguetes con IA para niños

La nueva estrella de los regalos navideños


Estas Navidades, los juguetes con inteligencia artificial integrada se han convertido en uno de los productos más llamativos del mercado. Robots interactivos, peluches «conversacionales» y figuras animadas prometen hablar con los niños, responder preguntas, contar historias e incluso «aprender» de cada interacción.


Aunque juguetes parlantes existen desde hace décadas—basta recordar a los Furbies—, la diferencia ahora es sustancial: muchos de estos productos están conectados a modelos avanzados de IA, similares a los chatbots que utilizan los adultos. Y ahí es donde empiezan los problemas.


Tecnología novedosa, efectos desconocidos


Una reciente investigación del U.S. Public Interest Research Group (PIRG) y pruebas independientes realizadas por NBC News han encendido las alarmas. Los expertos advierten de que se trata de una tecnología poco probada en menores, cuyos efectos a medio y largo plazo se desconocen.


La pregunta clave, según los investigadores, es inquietante: ¿estamos «experimentando» con niños utilizando tecnologías que ni siquiera los adultos comprendemos del todo?


Respuestas peligrosas e inapropiadas


Las pruebas realizadas por la NBC News a varios juguetes populares revelaron comportamientos preocupantes. Algunos peluches y robots fueron capaces de:


  • Dar instrucciones detalladas para encender cerillas o afilar cuchillos.
  • Responder de forma explícita a preguntas sobre sexo, drogas o prácticas sexuales.
  • Ofrecer contenidos ideológicos o políticos sin ningún tipo de contexto.

En conversaciones prolongadas, los llamados «guardarraíles» de seguridad—diseñados para evitar contenidos inapropiados—fallaban con frecuencia, dejando pasar respuestas claramente incompatibles con un público infantil.


Privacidad infantil: el gran olvidado


Más allá del contenido, la protección de datos es otro de los grandes riesgos. Algunos de estos juguetes recogen y almacenan:


  • Grabaciones de voz.
  • Conversaciones completas.
  • Datos biométricos como rostro, tono emocional o patrones de uso.

En ciertos casos, estas informaciones pueden conservarse durante años y compartirse con terceros, pese a que el propio juguete asegure verbalmente al niño que «no contará nada a nadie». Una contradicción especialmente grave cuando hablamos de menores.


Dependencia emocional y vínculo artificial


Los expertos en desarrollo infantil alertan también del riesgo de apego emocional. Muchos de estos juguetes están diseñados para fomentar interacciones prolongadas, hacer preguntas constantes y «recompensar» al niño por seguir jugando.


El problema es que, a edades tempranas, este tipo de vínculo con una IA puede afectar al desarrollo del lenguaje, la socialización y la capacidad de relacionarse con personas reales. No es casualidad que pediatras y asociaciones infantiles recomienden limitar el tiempo de exposición a pantallas y dispositivos inteligentes.


¿Qué deberían tener en cuenta las familias esta Navidad?


La inteligencia artificial no es, en sí misma, el enemigo. Pero, aplicada sin suficiente regulación, transparencia ni estudios previos, puede convertirse en un riesgo real para los niños.


Estas Navidades, antes de colocar un juguete «inteligente» bajo el árbol, conviene hacerse algunas preguntas básicas: ¿qué datos recoge?, ¿quién los controla?, ¿qué tipo de respuestas puede dar?, ¿pueden los padres limitar su uso?


A veces, el mejor regalo no es el más tecnológico, sino aquel que fomenta el juego compartido, la creatividad y la conexión familiar. Porque no todo lo que habla… debería hacerlo.


Como siempre, cuidad los datos y ¡cuidaos!

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